jueves, 31 de marzo de 2011

Carta a un zapatero que compuso mal unos zapatos



Estimable señor:


Como he pagado a usted tranquilamente el dinero que me cobró por reparar mis zapatos, le va a extrañar sin duda la carta que me veo precisado a dirigirle.

En un principio no me di cuenta del desastre ocurrido. Recibí mis zapatos muy contento, augurándoles una larga vida, satisfecho por la economía que acababa de realizar: por unos cuantos pesos, un nuevo par de calzado. (Éstas fueron precisamente sus palabras y puedo repetirlas.)



Pero mi entusiasmo se acabó muy pronto. Llegado a casa examiné detenidamente mis zapatos. Los encontré un poco deformes, un tanto duros y resecos. No quise conceder mayor importancia a esta metamorfosis. Soy razonable. Unos zapatos remontados tienen algo de extraño, ofrecen una nueva fisonomía, casi siempre deprimente.

Aquí es preciso recordar que mis zapatos no se hallaban completamente arruinados. Usted mismo les dedicó frases elogiosas por la calidad de sus materiales y por su perfecta hechura. Hasta puso muy alto su marca de fábrica. Me prometió, en suma, un calzado flamante.

Pues bien: no pude esperar hasta el día siguiente y me descalcé para comprobar sus promesas. Y aquí estoy, con los pies doloridos, dirigiendo a usted una carta, en lugar de transferirle las palabras violentas que suscitaron mis esfuerzos infructuosos.

Mis pies no pudieron entrar en los zapatos. Como los de todas las personas, mis pies están hechos de una materia blanda y sensible. Me encontré ante unos zapatos de hierro. No sé cómo ni con qué artes se las arregló usted para dejar mis zapatos inservibles. Allí están, en un rincón, guiñándome burlonamente con sus puntas torcidas.

Cuando todos mis esfuerzos fallaron, me puse a considerar cuidadosamente el trabajo que usted había realizado. Debo advertir a usted que carezco de toda instrucción en materia de calzado. Lo único que sé es que hay zapatos que me han hecho sufrir, y otros, en cambio, que recuerdo con ternura: así de suaves y flexibles eran.

Los que le di a componer eran unos zapatos admirables que me habían servido fielmente durante muchos meses. Mis pies se hallaban en ellos como pez en el agua. Más que zapatos, parecían ser parte de mi propio cuerpo, una especie de envoltura protectora que daba a mi paso firmeza y seguridad. Su piel era en realidad una piel mía, saludable y resistente. Sólo que daban ya muestras de fatiga. Las suelas sobre todo: unos amplios y profundos adelgazamientos me hicieron ver que los zapatos se iban haciendo extraños a mi persona, que se acababan. Cuando se los llevé a usted, iban ya a dejar ver los calcetines.

También habría que decir algo acerca de los tacones: piso defectuosamente, y los tacones mostraban huellas demasiado claras de este antiguo vicio que no he podido corregir.

Quise, con espíritu ambicioso, prolongar la vida de mis zapatos. Esta ambición no me parece censurable: al contrario, es señal de modestia y entraña una cierta humildad. En vez de tirar mis zapatos, estuve dispuesto a usarlos durante una segunda época, menos brillante y lujosa que la primera. Además, esta costumbre que tenemos las personas modestas de renovar el calzado es, si no me equivoco, el modus vivendi de las personas como usted.

Debo decir que del examen que practiqué a su trabajo de reparación he sacado muy feas conclusiones. Por ejemplo, la de que usted no ama su oficio. Si usted, dejando aparte todo resentimiento, viene a mi casa y se pone a contemplar mis zapatos, ha de darme toda la razón. Mire usted qué costuras: ni un ciego podía haberlas hecho tan mal. La piel está cortada con inexplicable descuido: los bordes de las suelas son irregulares y ofrecen peligrosas aristas. Con toda seguridad, usted carece de hormas en su taller, pues mis zapatos ofrecen un aspecto indefinible. Recuerde usted, gastados y todo, conservaban ciertas líneas estéticas. Y ahora...

Pero introduzca usted su mano dentro de ellos. Palpará usted una caverna siniestra. El pie tendrá que transformarse en reptil para entrar. Y de pronto un tope; algo así como un quicio de cemento poco antes de llegar a la punta. ¿Es posible? Mis pies, señor zapatero, tienen forma de pies, son como los suyos, si es que acaso usted tiene extremidades humanas.

Pero basta ya. Le decía que usted no le tiene amor a su oficio y es cierto. Es también muy triste para usted y peligroso para sus clientes, que por cierto no tienen dinero para derrochar.

A propósito: no hablo movido por el interés. Soy pobre pero no soy mezquino. Esta carta no intenta abonarse la cantidad que yo le pagué por su obra de destrucción. Nada de eso. Le escribo sencillamente para exhortarle a amar su propio trabajo. Le cuento la tragedia de mis zapatos para infundirle respeto por ese oficio que la vida ha puesto en sus manos; por ese oficio que usted aprendió con alegría en un día de juventud... Perdón; usted es todavía joven. Cuando menos, tiene tiempo para volver a comenzar, si es que ya olvidó cómo se repara un par de calzado.

Nos hacen falta buenos artesanos, que vuelvan a ser los de antes, que no trabajen solamente para obtener el dinero de los clientes, sino para poner en práctica las sagradas leyes del trabajo. Esas leyes que han quedado irremisiblemente burladas en mis zapatos.

Quisiera hablarle del artesano de mi pueblo, que remendó con dedicación y esmero mis zapatos infantiles. Pero esta carta no debe catequizar a usted con ejemplos.

Sólo quiero decirle una cosa: si usted, en vez de irritarse, siente que algo nace en su corazón y llega como un reproche hasta sus manos, venga a mi casa y recoja mis zapatos, intente en ellos una segunda operación, y todas las cosas quedarán en su sitio.

Yo le prometo que si mis pies logran entrar en los zapatos, le escribiré una hermosa carta de gratitud, presentándolo en ella como hombre cumplido y modelo de artesanos.

Soy sinceramente su servidor.

Autor: Juan José Arreola

Fuente:

Homenaje a Facundo Cabral

sábado, 9 de enero de 2010

CONSUMO Y ESPIRITUALIDAD


Tal vez fue Alan W. Watts quien usó la metáfora del tubito con dos agujeros, uno en cada extremo, para representar al consumidor. Una especie de oruga que consume y desecha, sin importarle lo que ocurre a su alrededor. Hasta que empieza a ahogarse en sus propios desechos. Metáfora reduccionista que resulta válida a cierto nivel. Si el acto de consumir se realiza sin espiritualidad, es decir, sin consciencia, el consumidor se convierte en víctima de su falta de comprensión de las responsabilidades que implica consumir. Está surgiendo, entonces, la nueva cultura del consumo responsable, basado en la utilización racional de los recursos; la incorporación de valores ecológicos en las decisiones individuales de compra; y en la participación del consumidor en la conservación del medio ambiente. También incluye la educación e información del consumidor para que sepa como actuar ante problemas de consumo, en especial, para que haga valer la garantía de calidad e idoneidad en todas sus compras, denuncie la publicidad engañosa y reclame frente al cobro abusivo de bienes y servicios, haciendo énfasis en los servicios públicos.

El consumo espiritual, es decir, consciente, responsable, crítico y solidario no es un lujo, es una necesidad vital. Es importante conocer los principios de la seguridad alimentaria, farmacológica y cosmética. Los riesgos de la comida rápida, rica en grasas. Los peligros de los plaguicidas que se acumulan en nuestro cuerpo, al punto que tenemos más DDT en la sangre que testosterona. Pero la efectividad de los derechos del consumidor no puede lograrse con reclamos individuales, pues los entes de control como las Alcaldías y Superintendencias operan a medias, sin que nadie les exija eficiencia y eficacia. Solo conformando grupos de presión ciudadana es posible obtener la intervención del Estado para que el consumidor no quede inerme frente al abuso de las corporaciones, frustrado por la tramitología burocrática. El marco legal existe, pero no está siendo aplicado plenamente. El Decreto 1441 de 1982 (Estatuto del Consumidor) permite la conformación de Ligas y Asociaciones de Consumidores, a nivel comunal, local, regional y nacional. FUNDECONSUMO, la Fundación para la Defensa del Consumidor, con sede en Cali - Colombia, tiene entre sus objetivos estatutarios promover la creación de tales organizaciones ciudadanas y apoyar las existentes. Los interesados en conocer más sobre las funciones de las ligas de consumidores pueden visitar el sitio web http://fundeconsumo.blogspot.com/

Por último, no es bueno confundir el consumo espiritual, con el consumo de espiritualidad, una tendencia milenaria que pretende completarnos, llenar nuestro supuesto vacío interior, por medio de la acumulación de cosas, así se trate de cosas inmateriales como los pensamientos. A través de la historia diferentes tradiciones religiosas ofrecen paquetes de creencias dogmáticas, rituales y símbolos para garantizar nuestra “salvación”. Hay paquetes cristianos, budistas, hindúes, musulmanes y judaicos. Se confunde el símbolo con lo que el símbolo significa, con la realidad más profunda a la que apunta. El ritual, que es un ejercicio de Presencia, se toma como una rutina con valor en sí misma. Y las creencias dogmáticas se confunden con la fe. Maestros espirituales como Eckhart Tolle y Osho, señalan que el nuevo milenio requiere de una religiosidad sin dogmas, que propicie el ecumenismo. Ya la iglesia católica, durante largo tiempo ajena a este movimiento, tras el concilio Vaticano II (1962), multiplicó los contactos con los no católicos y los no cristianos, siendo el más importante el encuentro auspiciado por el Papa Juan Pablo II, el 27 de Octubre de 1986, en Asís (Italia), de representantes de todas las religiones del mundo.

Véase la presentación "Zorba El Buda" en http://sites.google.com/site/fundeconsumo/consumo-y-espiritualidad

viernes, 1 de enero de 2010

EL CONSUMO DE TELEVISIÓN SEGUN ECKHART TOLLE, UN MAESTRO ESPIRITUAL CONTEMPORÁNEO


“Ver televisión con frecuencia y por períodos prolongados no solamente nos sume en un estado de inconsciencia sino que nos induce a la pasividad y nos agota la energía. Por consiguiente, en lugar de ver cualquier cosa, elija los programas que desee ver. Cada vez que recuerde, sienta la vida dentro de su cuerpo mientras está frente a la pantalla. Tome consciencia de su respiración periódicamente. Aparte los ojos de la pantalla a intervalos regulares para que ésta no se apodere por completo de su sentido de la vista. No suba el volumen más de lo necesario para que la televisión no se apodere de su sentido de la audición. Oprima el botón de silenciar el aparato durante los comerciales. Asegúrese de no dormirse inmediatamente después de apagar, o peor aún, de quedarse dormido con el televisor encendido.”

“Si el contenido del programa es de cierta calidad, puede contrarrestar hasta cierto punto, o incluso deshacer, el efecto adormecedor del medio de la televisión. Hay algunos programas que han sido de gran ayuda para muchas personas, les han cambiado la vida para bien, les han servido para abrir el corazón y les han ayudado a alcanzar el estado de consciencia. Hay incluso ciertas comedias que, aunque no tratan ningún tema en particular, son espirituales sin saberlo porque nos muestran una caricatura del ego y de la sinrazón humana. Nos enseñan a no tomarnos demasiado en serio, a vivir la vida con despreocupación y, por encima de todo, enseñan por medio de la risa. La risa es extraordinaria como factor liberador y también curativo. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la televisión continúa bajo el control de personas totalmente sometidas al ego, de tal manera que continuamos bajo el control de esa segunda intención de adormecernos, es decir, de sumirnos en la inconsciencia. Sin embargo, el medio de la televisión encierra un potencial enorme, todavía inexplorado.”

La televisión “induce una especie de estado de trance y mayor susceptibilidad, parecido al de la hipnosis. Es por eso que es ideal para manipular “la opinión pública”, como lo saben los políticos, los grupos de interés y los anunciantes. Es por eso que pagan millones de dólares para sorprendernos inermes en ese estado de receptividad. Buscan reemplazar nuestros pensamientos por los de ellos, y por lo general lo logran.”

“Debemos evitar los programas y los comerciales que nos agreden con una secuencia acelerada de imágenes que cambian cada dos o tres segundos o menos. El exceso de televisión y de esos programas en particular es el causante en gran medida del trastorno del déficit de atención, una disfunción mental que afecta a millones de niños del mundo entero. Esos períodos breves de atención se traducen en percepciones y relaciones vacuas e insatisfactorias. Todo lo que hagamos estando en ese estado carece de calidad, porque la calidad requiere atención.” (Tomado del libro “Una Nueva Tierra” – Grupo Editorial Norma).

* Eckhart Tolle es también autor de las obras “El Poder del Ahora” y “El Silencio Habla”.

Más información sobre el autor en www.eckharttolle.com


LOS CONTENIDOS DE LA TELEVISIÓN ¿QUIÉN LOS REGULA?

Los contenidos de la televisión abierta en Colombia los deciden los propietarios de los canales pero son regulados por la Comisión Nacional de Televisión – CNTV, que constituye la máxima autoridad colombiana en esa materia, aunque su control no es preventivo sino a posteriori, porque no existe la censura previa. También regula el servicio de la televisión por cable. Los usuarios de la televisión pueden quejarse o conocer más de la CNTV en la página Web http://www.cntv.org.co/

Es interesante la encuesta de la Universidad Javeriana sobre el particular, que puede consultarse en el enlace http://www.javeriana.edu.co/Facultades/comunicacion_lenguaje/website/noticias/documentos/ENCUESTA_CNTV_cyl.pdf Véase también: http://www.fluvium.org/textos/familia/fam118.htm


¿BASTA CON CAMBIAR DE CANAL O APAGAR LA TELE PARA PROTESTAR POR EL CONTENIDO DE UN PROGRAMA DE TV?

Como en la película “Click” protagonizada por Adam Sandler, si usted tuviera un control remoto “universal”, ¿controlaría su universo, es decir, su propia realidad?. Al menos puede intentar controlar la versión de la realidad que le ofrece la televisión mediante el zapeo o zapping, definido como el acto de saltar programación o canales en la tele. Pero a zapear no puede reducirse el papel del telespectador para modificar el contenido de los programas, cuando no le satisfacen. No basta con quejarse individualmente ante la CNTV para expresar no conformidad o solicitar que un determinado programa salga del aire. Si las programadoras se basan en el raiting, hay que enfocarse en reducir la sintonía significativamente, con campañas que corresponden a la LIGA DE TELEVIDENTES COLOMBIANOS para exigir balance informativo y contextualización de las noticias, no hacer énfasis en el morbo de la violencia, no trivializar las amenazas de contaminación ambiental y sancionar los concursos, telenovelas y realitys que fomentan la estupidez, la discriminación y el irrespeto a la dignidad humana, como los que inducen, por ejemplo, a que un concursante deba comer grandes bocados de papel periódico con salsa de tomate o confesar sus íntimas miserias ante las cámaras para "ganar puntos" o dinero.


LO QUE PUEDE HACER USTED PARA MEJORAR LA CALIDAD DE LOS CONTENIDOS TELEVISIVOS

Afíliese ahora mismo a la Liga de Televidentes Colombianos enviando un correo a ligadetvcol@hotmail.com o haciendo click en el enlace http://ligadetvcol.blogspot.com/ y publique sus comentarios, críticas y sugerencias sobre la programación televisiva bien sea abierta, por cable, por satélite o por Internet. De esta manera se irá formando el consenso necesario para las acciones colectivas en un momento dado. ¿Qué clase de programas desea ver? ¿Cuáles programas considera perjudiciales para los niños y por qué? ¿Cree que la violencia en la TV contribuye a dañar el tejido social? ¿En definitiva, cuál es la televisión que usted quiere ver? Si lo prefiere, envíe su correo a el.comejen@hotmail.com

domingo, 13 de diciembre de 2009

LA NUEVA CULTURA DEL CONSUMO RESPONSABLE


Consumir es el acto mediante el cual se satisface una necesidad, pero también es mucho más que eso, pues implica participar consciente o inconscientemente en los procesos económicos, medioambientales y sociales que permiten la presencia en el mercado del bien o producto consumido. Por ello, el concepto de “consumo responsable”, que equivale a consumo reflexivo, crítico y solidario, postula que deberían tenerse en cuenta tales procesos al momento de tomar la decisión de compra y elegir entre las opciones disponibles las que menos repercusiones negativas tengan. En consecuencia, es conveniente determinar qué empresas, productos y servicios, respetan el medio ambiente e invierten en calidad para preferirlos frente a otros que no cumplan con los citados requisitos. Antes de escoger por impulso un determinado producto o servicio atraídos por un precio bajo, importa sopesar también su calidad e impacto ambiental, si el almacén donde se adquiere brinda un buen servicio de posventa, y si la fábrica que lo produce respeta los derechos humanos y tiene políticas de responsabilidad social empresarial. Por supuesto, ello pone en evidencia la importancia de educar e informar al consumidor en forma permanente a través de todos los medios posibles, desde su propia perspectiva y no solo desde la óptica del fabricante, del comerciante, del publicista o del marketing, que no siempre consultan el bienestar colectivo, a fin de lograr la modificación de los hábitos de consumo inconvenientes para la salud pública, el ecosistema, la prosperidad de la región, y por supuesto, para la economía familiar.


NECESIDAD DE AGREMIACIÓN DE LOS CONSUMIDORES EN LIGAS COMUNALES

La sociedad está basada en la actividad económica de tres sectores principales: Los productores o fabricantes. Los proveedores o comerciantes. Y los consumidores. Para obtener sus respectivas reivindicaciones cada sector debe contar con asociaciones poderosas y bien nutridas, pues resulta evidente que solo serán incluidas en la agenda política las necesidades de los gremios mejor organizados. Hasta ahora, a pesar de ser el sector más numeroso, los consumidores colombianos no son tenidos en cuenta al momento de tomarse las grandes decisiones que afectan sus intereses colectivos, sencillamente porque no están agrupados y organizados conforme al Decreto 1441 de 1982. Consideramos que en la práctica y no solo en teoría, en las ciudades de Colombia, cada comuna debe contar al menos con una liga de consumidores que vele por los derechos de sus integrantes, cada municipio constituir una asociación de ligas comunales y cada asociación municipal integrarse a su respectiva asociación departamental de consumidores para que estas, a su vez, se afilien a la Confederación Colombiana de Consumidores, que aglutina a las asociaciones regionales de consumidores de todo el país. De esta manera se lograría una verdadera participación ciudadana en el proceso de mejoramiento de la calidad de vida, pues una vez cuenten con personería jurídica otorgada por la Alcaldía Municipal, las Ligas Comunales de Consumidores pueden tener voz y voto en los Comités de Planificación de cada Comuna y contar con sede en los CALI's para prestar asesoría en materia de presentación de peticiones, quejas y reclamos (PQR's) de la comunidad. Previamente los integrantes de las Ligas deberán capacitarse en el ABC del Derecho del Consumo, mediante talleres que podrían ser dictados por la Superintendencia de Industria y Comercio, La Alcaldía, La Gobernación, u organizaciones no gubernamentales como FUNDECONSUMO, con una experiencia de diez años en la materia. Las organizaciones de base son las ligas comunales de consumidores y sería de gran valor estratégico que esas ligas se conformaran con delegados de las Juntas de Acción Comunal (JAC), Grupos de Adultos Mayores y Asociaciones de Padres de Familia. Los interesados en constituir una liga de consumidores pueden obtener mayor información en los sitios Web: http://fundeconsumo.blogspot.com/ http://consumoyciudadania.blogspot.com/
http://eco-consumo.blogspot.com o escribiéndonos a la dirección electrónica el.comejen@hotmail.com

EL PODER DE COMPRA DE LOS CONSUMIDORES ORGANIZADOS

La unificación del poder de compra de muchos consumidores minoristas permite hacer una compra al por mayor para obtener un mejor precio, lo que se conoce como descuentos por volumen de compra. En inglés el concepto se denomina “power buy” (compra poderosa). La idea es simple y ha sido utilizada en Colombia por las cooperativas de consumo. La cooperativa compra las mercancías directamente al proveedor o fabricante y obtiene unos descuentos que traslada a los asociados. Las Ligas Comunales de Consumidores podrían realizar compras al por mayor empezando por productos de uso diario, por ejemplo elementos de aseo personal (jabón, crema dental, papel higiénico, etc.) y alimentos no perecederos (arroz, harina, sal, aceite, etc.), abaratando el costo de la canasta familiar. La cosa tiene lógica. Mientras el sistema se acredita, se compran pocas o incluso una sola clase de producto que permita ir conociendo las bondades de la compra unificada.

EL PODER DE VETO DE LOS CONSUMIDORES ORGANIZADOS

Constituye el reverso del poder de compra unificado, pues la facultad de comprar implica el derecho a no comprar. Cuando una organización de consumidores acuerda, como último recurso, negarse a comprar el bien de consumo o a usar el servicio que una determinada empresa ofrece, ejerce una presión legítima para que el precio excesivo baje, la calidad mejore a un nivel aceptable o si existe un riesgo grave para la salud pública o el medio ambiente, el producto salga del mercado. Se trata, entonces, del derecho no escrito de los consumidores al boicot. Tanto la compra unificada como el veto comercial pueden potenciarse con ayuda de Internet que permite realizar convocatorias amplias, ilimitadas, prácticamente sin costo. Bajo la dirección de las Ligas Comunales de Consumidores se agotarán previamente los reclamos formales y se garantizará la transparencia de la actuación.

LA DEFENSA DEL AMBIENTE Y EL ESPACIO PÚBLICO

Una de las principales funciones de las Ligas Comunales de Consumidores es velar por la conservación del medio ambiente, el adecuado manejo de residuos y la protección de la biodiversidad (fauna y flora) de la Comuna bajo su jurisdicción. Cada municipio cuenta, o debería contar, con entes de control y vigilancia que se encarguen de la función de proteger el ambiente y el espacio público, y educar a la ciudadanía en ese sentido. Las Ligas de Consumidores Comunales podrían crear los espacios donde la comunidad reciba educación en tales temáticas por parte de entidades como el DAGMA, la C.V.C., etc, que gustosamente hacen presencia en las comunidades organizadas. Por su lado, FUNDECONSUMO presta asesoría a las Ligas para realizar la defensa legal del ambiente y el espacio público, mediante la presentación de peticiones, acciones populares y acciones de cumplimiento en ese sentido.

LOS COMITÉS DE EDUCACIÓN DE LAS JAC Y LAS LIGAS DE CONSUMIDORES

Las Juntas de Acción Comunal (JAC) para funcionar adecuadamente deben contar con comités o comisiones de trabajo, siendo uno de ellos el Comité de Educación al Consumidor que puede actuar como puente entre la Liga Comunal de Consumidores y cada uno de los barrios que integran la respectiva Comuna. Dicho comité sería el encargado de coordinar las charlas y conferencias sobre temas de interés general que se programen por parte de la Liga en las sedes comunales, a cargo de entidades gubernamentales y ONG’s. Téngase en cuenta que los aliados estratégicos de las Ligas de Consumidores son las JAC, los Grupos de Adultos Mayores, y las Asociaciones de Padres de Familia. Mayor información en http://fundeconsumo.blogspot.com/ y http://consumoyciudadania.blogspot.com/
http://eco-consumo.blogspot.com